Mucho ha llovido desde el exitoso estreno de Carrie en 1976. Y a pesar de haber contado con otro remake y una segunda parte que pasó bastante desapercibida, volvemos al recurrido intento de Hollywood de revitalizar viejos clásicos con dudoso éxito.
Éste remake servirá para que muchos que no pudieron disfrutar (o no habían nacido XD) de la película original puedan acercarse a una historia bastante siniestra y con pocas concesiones hacia el espectador.
Carrie (Chloe Grace Moretz) protagoniza un drama que a día de hoy sigue teniendo la misma fuerza que antaño, ya que hay historias que no envejecen y siguen tocando la fibra sensible.
Quién no recuerda los años de rebeldía del instituto o de la universidad, en los que todo se magnificaba, tanto lo bueno como lo malo.
La nueva Carrie he de decir que no me consigue transmitir ese punto de locura que el personaje requería, y verdaderamente quién hace un papelón es Julianne Moore como Margaret White.
La verdad es que a nivel de efectos especiales la película está a años luz de la original, pero no vamos a ver nada que verdaderamente nos sorprenda. Estamos acostumbrados a ver toda clase de pirotécnia visual y no será la principal motivación de la mayoría de los espectadores.
